domingo, 7 de octubre de 2007
Encuentro y despedida
Bajo del vagón y miro alrededor
la imagen de tu voz es lo único
que oigo en mi interior,
como un sonido chirriante ha ido calando hondo
hasta que sólo hemos quedado tú y yo,
solos tú y yo
encerrados en la habitación.
Navego entre tus cabellos danzantes
que como arrollos sinuosos
escapan a mi vista,
perdiéndose entre las sombras.
Alzo mis brazos
y agarro tu mano,
consigo estrecharla
contra mí, fuerte.
Bailo por tus curvas
sin temor a salirme,
pues tus brazos me sostienen
sin preguntas.
Sordas, las palabras se abren
paso por caminos estrechos
hasta llegar a mi boca.
Y no salen.
Esperan durante horas
y no logran escapar,
perdiéndose en el silencio.
Tus manos alcanzan mi pelo
y capturan un rizo.
Es sólo un instante,
y se hace el silencio.
Todo por decir
y la nada
se encuentra sumida en el silencio,
sumisa y esclava.
Tus ojos grises se despiden,
no van a volver.
Los relojes tristes llenan tu ausencia
marcando el transcurrir de las horas
vacías,
huecas sin el latir de tu pecho,
sin el sabor de tu sudor,
sin la alegría de tu sonrisa.
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1 comentario:
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