Busco en tus entrañas la forma
de ahogar este silencio, que a oscuras
me invade.
La promesa que me hiciste aquella noche
tan lejana ya ni es un recuerdo
en tu mente enferma.
No fue más que una semilla muerta
en el yermo campo de tu pecho,
en la más leve de tus sonrisas.
Hubo tiempo de risas y caricias
mientras me jurabas el mundo
bajo la plateada manta de estrellas
en la que me hiciste el amor.
Viento y mar en esa gris tempestad
que sumió mi alma en un agitado sentimiento.
Yo sentada en esa roca contemplando las olas
y tú buscando conchas,
yo garabateando estas líneas mientras
tú me miras con la vista perdida,
intentando recordar quién soy,
lo que signifiqué para ti aquel día
en que juraste ser mi ángel
y protector eterno.
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3 comentarios:
qué sumisa
A mí no me lo parece. Digamos que en el momento en que lo escribí estaba poseída, y no era yo realmente, si no alguien que ama a una persona que no sabe quién eres, pero un día lo supo.
Y se asustó?¿
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